
Texto: TanLechugaYo. Fotografía de Henning Sac y montaje de Mayte Rod Fraile.
Porque si, duele. Porque el Parque Central de Xela debería ser un lugar donde los niños y las niñas jugaran a esconderse, a inventar historias y a perseguir a las palomas imaginándolas como grandes águilas. Un lugar donde comer helado los domingos en familia y donde sentarse a escuchar cuentos, o a dibujar. Sin embargo, duele. Porque no siempre es así.
Porque para muchos niños y niñas el parque significa otra cosa. Significa horas de trabajo bajo el sol, significa correr para protegerse de la lluvia, significa miedo cuando mamá se va y se quedan solxs vendiendo dulces. Significa lustrar brillantes zapatos mientras imaginan si de grandes podrán comprarse unos igual. Significa esperar para recibir un almuerzo y comer en el suelo. Significa ver pasar las horas mirando como los otros niños y niñas juegan a esconderse, inventan historias y persiguen a las palomas.
Entonces, de nada sirve dedicar un día al niño y la niña si no resignificamos los espacios y hacemos de esta ciudad un lugar donde puedan crecer sintiéndose libres, segurxs y, sobre todo, felices. De nada sirve que los derechos de la niñez se queden en el papel, que se utilicen para llenar discursos vacíos, que se olviden y que no se cumplan. Porque si este no va a ser un mundo que cuide de verdad a su infancia entonces, y tal y como decía Mafalda, que lo paren porque nosotrxs nos bajamos.